Engañó a todo el mundo haciéndose pasar por astronauta durante años. No tenía ni carnet de conducir

Engañó a todo el mundo haciéndose pasar por astronauta durante años. No tenía ni carnet de conducir

«Con ustedes, el capitán Robert J. Hunt, el astronauta más joven de Estados Unidos». Aplausos. Un hombre con el mono azul de la NASA subió al escenario y, durante más de dos horas, cautivó a la audiencia con sus historias de misiones secretas a bordo del transbordador espacial Atlantis de la NASA. En un momento sacó dos losetas ennegrecidas y dijo que habían quedado así durante la reentrada atmosférica de uno de sus viajes al espacio.

Años de mentiras. Era enero de 1989. Su charla de dos horas en la Asociación de Aeronaves Experimentales de Boston sería la última después de años de ser agasajado por políticos y todo tipo de instituciones. Se había hecho pasar por piloto de combate en la Marina y astronauta de la NASA sin que nadie se descubriera su compleja red de mentiras. Hasta que, días después de esa última charla, rompió corazones y acabó encarcelado.

El origen de un farsante. La obsesión de Robert Hunt por el espacio empezó a los siete años, viendo el alunizaje del Apolo 11. Su padre compartía una fascinación similar, pero por la vida militar. Era un fontanero que se hacía llamar «coronel Hunt», aunque nunca hubiera estado en el ejército. Con 14, Robert se inició en otra de sus especialidades: el arte del engaño. A esa edad le vendió gorriones pintados de amarillo a un vecino diciéndole que eran canarios.

Tras el instituto, se alistó a la Marina, pero fue expulsado tras una evaluación psicológica después de solo dos meses. Decepcionado, decidió «continuar el sueño» por su cuenta, según relata el periodista Jeff Maysh. Comenzó a colarse en bases militares y vivir sus fantasías. En una ocasión, fue sorprendido merodeando cerca del Air Force Two, el avión del entonces vicepresidente George H. W. Bush, lo que desencadenó una investigación del FBI.

Creando al capitán Hunt. En los años 80, Hunt se casó varias veces, presentándose como graduado universitario, jugador de béisbol profesional e inventor de una crema para pañales en spray llamada «Love My Baby», supuestamente a punto de ser comprada por Johnson & Johnson por 2,5 millones de dólares. El ingrediente secreto, según él, era «aceite de tiburón».

El salto a la fama llegó cuando decidió convertirse en un héroe nacional. Falsificó documentos y se inventó una carrera como piloto de helicópteros de la Marina. Después, compró unas alas de astronauta por 20 dólares y se autoproclamó «el astronauta más joven de Estados Unidos».

Su plan era ir al espacio. Robert Hunt no tenía licencia de piloto ni carnet de conducir, pero el «capitán Hunt» había volado un F/A-18 Hornet en Libia y se había formado como astronauta en el Centro Espacial Johnson en Houston. Su objetivo, confesó más tarde, era convertirse en el primer impostor en el espacio: hacer la mentira tan grande que acabara siendo realidad.

En diciembre de 1988, la farsa alcanzó su punto álgido durante un viaje a Irlanda. Tras impresionar a la tripulación de Aer Lingus con sus credenciales, fue invitado a la cabina. Al aterrizar en Dublín, fue recibido por funcionarios del gobierno irlandés. «Ni siquiera tuve que pasar por la aduana», relata. «Tenían una pequeña banda allí, tocando el himno nacional». Más tarde tomó el té con el alcalde y recibió la ciudadanía irlandesa honoraria.

La caída del impostor. La gente se daba cuenta de que el capitán Hunt no estaba en sus cabales, pero el castillo de naipes no se derrumbó hasta que un policía llamado Andrew Palombo relacionó dos denuncias extrañas. Por un lado, American Express había bloqueado un cargo de 4.000 dólares por un jet privado en la tarjeta de crédito de Ann Sweeney, una ingeniera que trabajaba en Polaroid.

Por otro lado, una familia había denunciado que un hombre disfrazado de astronauta había convencido a su hijo de 18 años para alistarse a la Marina y luego le había exigido 4.000 dólares para anular el alistamiento usando sus «conexiones en el Pentágono». Palombo, un agente condecorado, investigó aquellas denuncias y destapó un sorprendente historial de engaños.

«Fue como verlo morir». El 28 de enero de 1989, el agente Andrew Palombo llamó a la puerta de Robert Hunt y encontró parafernalia militar, monos de vuelo, un casco de la NASA y medallas de la Guerra de Corea, un conflicto que ocurrió antes de que Hunt naciera. Las famosas losetas del transbordador espacial resultaron ser baldosas de suelo quemadas.

Hunt se declaró culpable de hurto por usar la tarjeta de su esposa y estafar a la familia del hijo recluta. Su esposa, la ingeniera óptica Ann Sweeney, había creído todas sus mentiras. Dijo que descubrirlo fue «como ver morir a alguien». «Este tipo se ha hecho pasar por astronauta de la NASA, piloto de combate de la Marina, policía de Cambridge y Dios sabe qué más», declaró a la prensa el agente Palombo.

Un estafador reincidente. Lejos de reformarse, Hunt no perdió el tiempo. Nada más salir de la cárcel, anunció su candidatura a la alcaldía de Revere, Massachusetts. «Conozco el poder y cómo moverme en él», dijo a la prensa. Tras no pagar la restitución a sus víctimas, se convirtió en un fugitivo de la ley.

Su siguiente aparición fue en San Francisco. Se presentó en una base militar como jefe del SEAL Team Six, la élite antiterrorista de la Marina. Durmió en las dependencias de los oficiales y trabajó durante tres semanas en el centro de operaciones de emergencia. Su caída fue casi cómica: el FBI lo detuvo después de que aparcara en la plaza reservada de un general. Hoy, Robert Hunt tiene 63 años y vive en New Hampshire, trabajando en la construcción.

Imágenes | NASA, Susan Lapides

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La noticia

Engañó a todo el mundo haciéndose pasar por astronauta durante años. No tenía ni carnet de conducir

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Matías S. Zavia

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